La presión fiscal en España está en boca de todos debido al reciente informe del IEE que muestra como las empresas españolas están soportando una presión fiscal cada vez mayor.
Te pongo en situación, por si necesitas refrescar qué es la presión fiscal. Se trata de un indicador económico que mide la relación entre los ingresos que el Estado recauda a través de impuestos y cotizaciones sociales, y la riqueza total que genera un país (su PIB).
En este post te voy a dar todos los detalles y las cifras más importantes de la presión fiscal en España vs. Europa 🙌
Pero antes de empezar, si no quieres o no tienes tiempo de leer, puedes escuchar el episodio especial del podcast de Ayuda T Pymes. Y si quieres seguir las novedades de la semana para autónomos y empresas no dudes en seguirlos en Spotify, Ivoox y Apple 😉
Además, al hacerlo ¡puedes llevarte un sorpresón!
Presión fiscal España vs. Europa en cifras
El reciente estudio publicado por la IEE, “Competitividad fiscal empresarial 2025: El nuevo indicador de la contribución fiscal empresarial total”, pone sobre la mesa la cruda realidad de la presión fiscal en España.
Y, por si no te habías dado cuenta, las empresas españolas son las que más aportan a la recaudación fiscal, tanto de forma directa como indirecta, con una contribución que alcanza el 48,8%, mientras que la media de la UE es de 39,4%. Sí, como lees, ¡somos un 10% más dependientes del sector empresarial que el resto de Europa! Este dato es solo la punta del iceberg.
El informe de la IEE mide esta contribución fiscal total que las empresas hacen, incluyendo desde el Impuesto de Sociedades, hasta las cotizaciones sociales y otros impuestos indirectos. Es decir, todo lo que las empresas pagan o gestionan en relación con los tributos.
Este sistema hace que la contribución fiscal total en España con relación al PIB suba al 17,8%, por encima de la media europea, que está en el 14,8%, y mucho más que la OCDE, que se queda en 13%. Así que ya ves, en términos de carga fiscal, España se lleva el primer puesto (en cuanto a aportaciones empresariales, claro).
Pero aquí viene lo jugoso: el informe nos dice que la fiscalidad en España no es solo alta, ¡es que está subiendo a todo gas! En la última década, España ha subido más los impuestos que casi todo el resto de Europa, solo detrás de los Países Bajos 😨
El Impuesto sobre Sociedades en España tiene un tipo nominal del 25%, que está por encima de la media de la OCDE (23%) y de la UE (21,8%). Y aunque el tipo nominal es solo una parte de la historia, si le sumamos las deducciones y los incentivos, el tipo efectivo ajustado por inflación nos lleva al 23,3% en España, por encima del 21,9% de la OCDE y el 19,9% de la UE.
👉 O sea, España está a la par con países con fiscalidades complicadas como Bélgica o Chile, y por encima de economías tradicionalmente atractivas para la inversión, como Irlanda o Hungría.
Otro punto fuerte de España son las cotizaciones sociales, representando el 25,8% del total de la recaudación fiscal. Colocando a nuestro país en el top 3 de países con mayor carga social sobre las empresas, ¡y con razón! Comparado con el promedio europeo que es del 17,9%, la diferencia es abismal que afecta a la competitividad y al mercado laboral.
¿Y qué pasa con los dividendos? Pues que España tiene un tipo del 28%, por encima de la media de la UE (24%). Este dato, sumado al tipo elevado sobre las rentas empresariales, hace que la fiscalidad sobre los dividendos también sea una de las más altas de Europa.
Otra joya del sistema fiscal español es la complejidad normativa. ¡Qué sorpresa! España tiene un sistema tributario un 16,5% más complejo que la media de la UE y un 9,9% más complejo que la OCDE.
Para las pymes, los costes administrativos derivados de esta complejidad pueden suponer hasta un 30% de lo recaudado, lo cual es una barbaridad si lo comparas con otros países de Europa.
Y no olvidemos que las empresas no solo pagan impuestos directamente, sino que también recaudan impuestos a nombre del Estado. De hecho, el 89% de los ingresos fiscales en España provienen de tributos gestionados por las empresas. Esto es una cifra altísima que pone a España entre los países donde las empresas soportan más peso dentro del sistema impositivo.
Y hasta aquí las cifras 🙄
Consecuencias de la presión fiscal en España
Parece que España no para de subir la factura fiscal a las empresas, ¿verdad? Y es que, si echamos un vistazo a los números, la presión fiscal que soportan las empresas en nuestro país se sitúa por encima de la media europea.
Pero claro, esa alta carga no solo se traduce en más impuestos, también tiene consecuencias muy directas en la competitividad de nuestras empresas. Y no son precisamente buenas 🤨
1. Empresas menos competitivas
Mira, tener que pagar más impuestos de lo que ya pagamos en España pone a nuestras empresas en una posición de desventaja. No solo dificulta la inversión, sino que reduce los márgenes de beneficio. Y eso, en un mundo globalizado, es fatal.
Las empresas españolas se ven superadas por aquellos países que tienen un marco fiscal más competitivo, como Irlanda o los países bálticos. Eso quiere decir menos inversión extranjera y, lo que es peor, menos posibilidades de crecimiento.
2. El peso de las cotizaciones sociales
Hablando de costes, si echamos un vistazo a las cotizaciones sociales, nos damos cuenta de que en España están entre las más altas de Europa. Con un 25,8% del total de la recaudación fiscal que se va en cotizaciones sociales, las empresas ya están pagando una carga desmesurada por el trabajo.
Esto hace que muchas empresas, sobre todo las pymes, no puedan asumir nuevas contrataciones o no puedan aumentar los salarios de los empleados. En resumen: una barrera para el empleo.
3. Dificultad para invertir en innovación
El tipo nominal del Impuesto de Sociedades en España está en el 25%, lo cual ya está por encima de la media de la OCDE y la UE. Y aunque no todo se mide solo por el tipo nominal, si miramos el tipo efectivo, nos damos cuenta de que sigue estando por encima de otros países con una fiscalidad más atractiva.
Esto no solo limita la inversión, sino que también afecta a las decisiones de I+D (investigación y desarrollo), algo fundamental para mejorar la productividad de las empresas.
4. Fiscalidad sobre los dividendos
Si pensabas que el Impuesto sobre los Dividendos era leve, te equivocas. En España, se sitúa en el 28%, lo cual está por encima de la media de la UE (24%). Esto no solo afecta a los accionistas, sino que también tiene un impacto negativo en las decisiones de inversión.
Con una fiscalidad tan alta, las empresas tienen menos incentivos para reinvertir sus ganancias o canalizar el ahorro hacia proyectos productivos.
5. La complejidad del sistema tributario
Y como si esto fuera poco, el sistema tributario español es un auténtico dolor de cabeza. Es un 16,5% más complejo que el de la media europea.
¿Te imaginas tener que gestionar toda esa burocracia para cumplir con los impuestos? Es un coste adicional que las empresas, sobre todo las pequeñas, no pueden permitirse.
Y las pymes son quienes más lo sufren un tercio de lo recaudado de ellas se va en costes administrativos. Así que, no solo hay que pagar más impuestos, también hay que pagar para cumplir con todas las normas.
6. La brecha entre la presión fiscal y el rendimiento
¿Y qué pasa cuando hay tanta presión fiscal pero los beneficios no se corresponden con lo que se recauda? Pues que la economía se frena.
Si las empresas no pueden invertir o crecer, eso tiene un impacto directo en el empleo y en la productividad. Esta brecha entre lo que se recauda y lo que se rinde es una ineficiencia que no se puede sostener a largo plazo.
Posibles soluciones al esfuerzo fiscal de autónomos y empresas
Tras ver los datos, es evidente que la situación actual afecta tanto a competitividad de las empresas como al crecimiento económico del país.
Sin embargo, no todo está perdido. Existen soluciones que, si se implementan adecuadamente, pueden mejorar la situación y aliviar el peso fiscal sobre el sector empresarial.
Según los expertos y economistas estas serían algunas de las posibles soluciones:
- Reestructuración y eficiencia en el gasto público. Para aliviar la presión fiscal sobre las empresas sería clave optimizar el gasto público, antes que subir los impuestos. Por lo que una reforma estructural del gasto que reduzca ineficiencias podría permitir una mayor eficiencia, lo cual aliviaría a las empresas y contribuiría a una mejora de la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
- Crear una fiscalidad competitiva y alineada con la UE. Esto favorecería la actividad empresarial y se recuperaría inversión y empleo. España debería replantearse su modelo fiscal y establecer uno más competitivo alienado con los demás países de la UE. Esto implica reducir la tributación sobre las empresas y ofrecer incentivos fiscales que promuevan inversión en I+D, innovación y creación de empleo.
- Eliminación de medidas fiscales retroactivas. El Real Decreto-ley 3/2016 introdujo medidas de aumento para la recaudación en el Impuesto de Sociedades y demostró los riesgos de tomar decisiones legislativas retroactivas. Este tipo de cambios impositivos genera incertidumbre y afecta a la seguridad jurídica. Para mejorar la competitividad fiscal, es importante evitar este tipo de medidas, ya que violan principios fundamentales como la certeza tributaria y afectan la confianza de las empresas.
- Reformas fiscales que favorezcan el ahorro e inversión. Reducir el tipo de imposición sobre dividendos y otros impuestos sobre las ganancias de las empresas permitiría que el ahorro y las inversiones pudieran ser canalizadas hacia otros proyectos que potencien el crecimiento y el aumento de la productividad.
- Reducción de la complejidad fiscal. Simplificar los procedimientos fiscales, eliminar la burocracia innecesaria y facilitar el cumplimiento fiscal es esencial para mejorar la eficiencia del sistema. Este tipo de reformas reduciría los costes administrativos para las pymes, permitiéndoles ser más competitivas.
- Implementar incentivos para pymes y autónomos. Implementar incentivos fiscales para este sector, como deducciones por inversión en tecnología, bonificaciones por creación de empleo o exenciones fiscales para actividades innovadoras, permitiría que las pymes se desarrollaran con más facilidad.
- Fomentar una fiscalidad verde. Impulsar la fiscalidad verde, que favorezca la inversión en tecnologías limpias, energías renovables y sostenibilidad medioambiental, no solo ayudará a cumplir con las metas europeas, sino que también creará nuevas oportunidades de negocio y empleo. Los incentivos fiscales para las empresas que inviertan en proyectos de este tipo serían una forma de reducir costes fiscales y fomentar el crecimientos en sectores de futuro.
En resumen, España está claramente en medio de un lío fiscal. Si bien las empresas ya están cargando con un peso fiscal importante, parece que la presión no hace más que aumentar.
Como bien dice Daniel Bunn, presidente de la Tax Foundation, «Las empresas ya se encargan de gran parte del sistema tributario. El gobierno debería valorar cómo obtener más ingresos sin frenar la inversión y el crecimiento».
Así que, España necesita un modelo fiscal que respete a las empresas. Que las apoye, no las ahogue. Solo con un sistema fiscal eficiente y justo podremos lograr que las empresas crezcan, generen empleo y contribuyan al desarrollo económico del país.